En la actualidad, una quincena de empresas ubicadas en Quito se dedican a la producción de rosas en conserva y alcanzan exportaciones de aproximadamente US $ 20 millones anuales.
Su producción deriva de la selección de las mejores rosas frescas y después pasa por métodos de cera y glicerina para garantizar su durabilidad. Este proceso genera una flor que se mantendrá en perfectas condiciones durante más de un año.
Ante la creciente demanda de este nicho, el mayor problema al que se enfrenta Ecuador en la actualidad es aumentar su oferta y hacer frente a algunas barreras comerciales y culturales existentes.
Una de las dificultades que existen para continuar con su expansión es el transporte internacional, que cada vez tiene tarifas más elevadas. Esto se debe a que la balanza comercial del país es mucho más baja en términos de importaciones debido al proteccionismo.
Por otra parte, los productores de rosas frescas temen que las conservadas les arrebaten parte de su mercado porque creen que pueden ser sustituidas debido a su mayor duración. Pero se trata de un concepto erróneo, porque las rosas preservadas son un producto totalmente diferente, que pasa por procesos distintos, mucho más exclusivos y con precios hasta veinte veces superiores a los de las rosas normales.
Cada vez son más las explotaciones que incorporan a su oferta la opción de las rosas en conserva, con el fin de obtener una mayor rentabilidad ofreciendo otros productos al margen de los tradicionales.